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Pensar y enseñar el periodismo: la mutación de contar historias de la realidad

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El periodismo es mutante y toma la forma de su época porque es el relato del presente. Nuestro tiempo está estallado por la sociedad interconectada (internet, celular, aplicaciones, redes), la subjetividad de las "extimidades" (intimidades públicas) (Sibilia, 2008), las emocionalidades precarias (clics, likes, trendings) y la sociedad sin narrativa en la que triunfan la secuencia, el fragmento y la posverdad sobre la coherencia y veracidad del relato1. La posverdad es "una mentira asumida como verdad o incluso una mentira asumida mentira, pero reforzada como creencia o como hecho compartido en una sociedad. Estamos en tiempos de posverdades por la proliferación de las teorías de la conspiración" (Amon, 2016). En esta actualidad mutante el periodismo es un significante vacío que ya no nombra nada: ha dejado de existir porque ha perdido su capacidad de leer, comprender, explicar y narrar la vida. Y este hecho ha llevado a una crisis comunicacional que ha determinado que los dinosaurios de nuestro tiempo sean los medios y el periodismo. En este contexto hay tres asuntos que corresponde enfrentar críticamente: el oficio del periodismo, el negocio de los medios y la formación de periodistas.