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Vidas cruzadas

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Era una dama, aunque no viviera como tal

De la riqueza a la pobreza más absoluta, Grace tuvo que tragarse el orgullo, olvidarse de que era una dama y pedir trabajo en la panadería del pueblo. Pero todo cambió pasados unos años, cuando resultó ser beneficiaria de una herencia sorprendente.

Su herencia venía, eso sí, con un pequeño inconveniente: abandonaría su vida de trabajo para hacerse cargo del cuidado del hijo ilegítimo de su benefactor, prisionero de guerra y liberado bajo palabra y a cargo de ella. Era un ofrecimiento que no se podía permitir rechazar. El problema surgió cuando descubrió que el prisionero al que iba a rescatar estaba agonizante y le rogó que se llevara a uno de los hombres de su tripulación en su lugar…



3.7

20 valoraciones

Marta

25/8/2021

En las guerras todos pierden unos la vida, otros el honor. Emotivo el recuerdo a los prisioneros, después de la firma del tratado de paz