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La isla dorada

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La isla dorada: "Chita Rue abrió la puerta del piso y, después de haber mirado en todas direcciones con marcado recelo, cerró la de nuevo con cautela y descendió lentamente por las mugrientas escaleras hasta llegar al oscuro portal, donde se detuvo aspirando hondo; se asfixiaba. Aquella atmósfera le era totalmente insoportable, y de continuar un momento más entre las cuatro paredes malolientes, hubiera gritado de dolor e incluso se hubiera tirado por el desvencijado balcón, buscando el descanso en la calzada."